martes, 20 de abril de 2010

Ceniza podría afectar aviación por meses: científicos

EL UNIVERSAL
ÁMSTERDAN MARTES 20 DE ABRIL DE 2010

Aun antes de que los paralizados aeropuertos de Europa vuelvan a operar, los viajeros y empresarios prudentes deberían preguntarse qué ocurrirá si vuelve a suceder.

Porque podría ocurrir. Una y otra vez, quizás durante meses, advierten los científicos.

La anterior erupción del Eyjafjallajoekull en Islandia, en 1821, duró intermitentemente 13 meses, pero en ese entonces no había motores de jets que pudieran dañarse con los residuos volcánicos.

¿Qué pasaría si las nubes de ceniza se prolongaran sobre los cielos europeos seis meses o un año, obligando a cerrar los aeropuertos con pocas horas de preaviso?

La vital industria del turismo se vería devastada. Los supermercados tendrían menos productos de fuera de temporada. Algunos negocios, como los servicios de correos, tendrían que improvisar. Y todo sería más caro.

La recuperación europea de la recesión económica probablemente se paralizaría. Los bancos y los gobiernos, preocupados por la inflación, podrían restringir el crédito. Los ferrocarriles y carreteras quedarían recargados de carga y la gente optaría por medios de transporte más confiables.

Cinco días después del comienzo de la crisis, una planta de BMW en Alemania y otra de Nissan en Japón tuvieron que cerrar temporalmente debido a que el fenómeno impidió la llegada de repuestos. Una alteración prolongada de las redes de suministro podría ejercer un profundo efecto sobre la manufactura y el comercio mundial.

Los efectos sicológicos de la incertidumbre podrían inducir a la parálisis. Mientras el volcán siga emitiendo cenizas, pocos se aprestarían a arriesgarse a experimentar más demoras angustiantes acampados en aeropuertos o varados en hoteles costosos.

Algunas personas podrían sentirse más aisladas, incapaces de hacerse una escapada con un pasaje aéreo barato conseguido a último momento. Lo pensarían dos veces antes de visitar a un familiar si significara seis horas en tren en vez de una en avión. Y conseguir un boleto en el expreso interurbano podría resultar mucho más difícil.

Los optimistas encontrarán ventajas en un ritmo de vida menos vertiginoso y la excusa de saltearse una conferencia de negocios. Las vacaciones serán más cerca de casa. Por cierto, la gente que viaja a menudo disfrutará mayor tranquilidad.

El clima también podría beneficiarse por la ausencia de los aviones contaminantes en el cielo, aunque la cancelación de cien mil vuelos más o menos sólo representaría una ínfima parte de las crecientes emisiones de carbono en todo el mundo.

sgf

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